Desde siempre el hombre, como especie, ha tenido curiosidad por el mundo que le rodea, ese deseo de indagación es el intento de conocer y dar sentido al mundo, es la que nos mueve a seguir aprendiendo, a explicarnos lo que ocurre frente a nosotros y en nosotros mismos; indagación que se aplica tanto a la vida doméstica como en el campo profesional. Durante mucho tiempo, otros profesionales como los sociólogos, antropólogos y psicólogos han desarrollado investigaciones en el aula, han desarrollado teorías que esperaban fuesen consumidas o recibidas por el educador para hacer uso de ellas en su práctica docente, anulando de ésta manera la capacidad de asombro del docente, su voz para expresar su realidad y su motivación para proponer soluciones. De acuerdo a Latorre (2003) la educación no es una actividad técnica, neutral y apolítica, despreocupada de los problemas morales, sociales y políticos, como aparece en la racionalidad técnica; ni tampoco un proceso para ilustrar a los